Cuando era pequeño y me sentaba en el regazo de mi abuela, no había un lugar mejor para mí y en el que me sintiera más protegido. Hoy que he crecido y puedo enfrentarme a la vida por mí mismo, sigo teniendo ese sentimiento a veces, cuando abría sus brazos para recibirme y mimarme. Te extraño abuela Ester.
Solo cuando se envejece se puede apreciar la verdadera belleza de las personas, esa que siempre se ha llevado en el interior. Y hoy por eso, puedo decir que ustedes son las personas más hermosas que he conocido en la vida.
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